Saber aceptar la muerte
- Administradora
- 8 feb 2016
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Paz para los muertos
La mayoría de los muertos están en paz, y toda preocupación por ellos y todo pensamiento hacia ellos molesta su paz. Están más allá de ello. Yo tengo una imagen acerca de la vida. La vida es un juego intermedio entre aquello que antes fue y lo que luego será… Sin embargo, experimentamos que algunos muertos siguen actuando en el presente. Aún no están en paz. A veces, se adhieren a los vivos y los arrastran hacia la muerte. Esos muertos necesitan ayuda. Aparentemente no saben que están muertos. Todavía buscan alimento entre los vivos y los succionan. Es peligroso darles cabida y ceder frente a ellos.
¿Cómo podemos eludirlos? Mediante la realización pura. Es como si, en su presencia, nos disolviéramos hasta lograr la relación pura, de manera que no quede nada nuestro a lo que se puedan adherir. En esta relación pura, uno es completamente permeable, aparta la mirada de ellos, la dirige hacia una oscuridad misteriosa y, en su presencia, permanece centrado. El efecto de esta actitud es que, en lugar de mirar a los vivos, también los muertos giran para mirar hacia allí. Les permitimos que allí se disuelvan y que se conviertan en lo que Richard Wagner denomina “el santo olvido”.
Bert Hellinger
Paz para los muertos, 2006
Reflexión de María del Mar Rodríguez Simón
Constelaciones familiares
Uno de los impactos más intensos que he tenido en las Constelaciones Familiares es la representación de la muerte. Para los lectores que desconozcan esta metodología terapéutica -constelaciones familiares-, les explicaré en qué consiste. Se pide los asistentes a un taller que representen algo o a alguien para la persona que solicita ayuda. El fenómeno que se desarrolla es atemporal, eso quiere decir que se puede manifestar, en el tiempo presente, algo anterior como si fuera actual. La vivencia de esto sana el sistema desde el individuo que está pidiendo ayuda y necesita una nueva mirada terapéutica, dejando atrás lo anterior y enfocándose al presente tal como corresponde al momento temporal.
Muerte y vida van en armonía
La muerte la he visto representada bastantes veces, e incluso yo misma la he representado o a alguien que ha fallecido. La muerte la “he experimentado” sin tener que vivirla al representarla y a la par con otro representante para la vida. Lo curioso ha sido que el movimiento del representante de la muerte va al unísono con el representante de la vida, que la energía vital se desarrolla entre vida y muerte.
La muerte: escudo (-) VERSUS ternura (+)
Que cuando a "La Muerte” o a "La Vida” se las utiliza como un escudo para evitar ver o evitar sentir algo de la propia historia o de la historia de nuestra familia, la muerte toma más fuerza negativa. Al contrario sucede cuando se la puede mirar cara a cara y se la mira con amor, con ternura, con asentimiento a que algún día mi muerte será mi presente, tal y como lo ha sido para otros.
Naturalizar la muerte, como naturalizamos la vida, da seguridad y sana
Aceptar la transición de vida a muerte de algunos de mis familiares me ha costado desesperación, que se intensificaba en los momentos de negación e impedía, a su vez, un duelo saludable. La mayor seguridad está en que cuando recibimos a un recién nacido es seguro que la muerte llega también. Cuánta seguridad podemos ofrecer a nuestros hijos al asentir e informar que la muerte llegará, que es natural este hecho vital y transcendente. Y entonces por qué tantas veces nos decimos: "No estamos preparados para esto", "no nos prepara nadie para enterrar a nuestros padres", "no nos prepara nadie para el momento de la muerte"… ¿Alguna vez has oído esto? Yo sí, tanto en terapia como en visitas a la sala de un tanatorio.
La vida tiene una trayectoria continua e imparable; seguir día a día hasta el último momento. Ahora os contaré mi experiencia personal durante la enfermedad terminal de mi padre. Mi mayor temor era estar en el instante final, en su último suspiro, y me retiré de pasar las noches con él. ¡Vaya tontería! ¡Como si la vida y la muerte tuvieran horario de apertura y cierre fijo! Pues ahora, una vez vivida, para mí uno de los mejores regalos de mi padre hacia mi fue morir en el momento en que yo estaba cuidándolo. Y así sentir la paz del último suspiro, sentir mi miedo y también mi aceptación del dolor por esa pérdida; pero, sobre todo, la comprensión de que es algo natural transitar entre la vida y la muerte me dió la serenidad de un duelo sanador.
Los vínculos del amor y de la vida-muerte, unas de las claves
También en algunas intervenciones terapéuticas he visto la importancia y la resonancia de que algo que la muerte no ha podido sanar está presente y vinculado de manera indisoluble con la conciencia personal y la conciencia colectiva. Por ejemplo, una muerte por violencia. He realizado intervenciones en que el representante de alguien muerto exigía a alguien vivo compensación por daños infringidos a su persona. Y contemplar a ambos juntos, el que hizo el daño y el que fue dañado, el victimario y su víctima, es la solución que despierta la conciencia del amor, sanando esas situaciones que se transfieren a otro individuo del sistema, esta vez para cuidarlo. Y así la muerte iguala a todos.
La propiedad de la vida no está en mis manos; en mis manos está vivir la vida con plenitud, amor, consciencia y desarrollo para mí, y dejar a las futuras generaciones los vínculos de la vida y la muerte restablecidos en el pasado histórico, biográfico o contextual con respeto. En esto también nos ayudan los órdenes del amor: perteneciendo a nuestra familia, sintiendo el lugar de la vida y la muerte, y amando como nos han dado la visión de la vida en una sociedad concreta, en un momento histórico determinado, en familias con combatientes en guerras, mirar con dignidad a los caídos, a los desaparecidos, a los muertos en paz o violentamente, en resonancia con la necesidad de algo más amplio, que nos une en la conciencia familiar y en la conciencia sistémica fenomenológica. Descansar en paz, dar paz a los muertos, desde mi punto de vista, es asentir a lo que me llega de la muerte y con la muerte sin juicio, haciendo algo bueno con ello, al extender la prosperidad a otros vivos, que un día también morirán, que un día también moriremos.
"Ellos viven en mí y yo vivo para mí"
Las emociones que me han sorprendido y que más han beneficiado mi mirada hacia la vida son la serenidad, el silencio, el contacto íntimo y amoroso al reconocer que tantos y tantos han sido necesarios para que yo esté aquí viva. Que la muerte les ha llegado a todos, que sus expectativas, algunas veces, las intento cumplir con mi vida y que enseño a la siguiente generación que mis expectativas han de irse conmigo. Que respetar los viejos valores sobre la muerte, dolor, oscuridad, temor, negación, se está transformando en situaciones cálidas de amor hacia lo entregado por la vida, esta vida que ahora está en la transición o en la muerte. Otras dimensiones desconocidas se nos presentan al hablar abierta y serenamente de la muerte y que quizás, se puedan resumir en lo siguiente: ellos viven en mí y yo vivo para mí.
Radiografía

María del Mar Rodríguez Simón es psicóloga sanitaria, coach y mediadora civil y mercantil. Desde hace 32 años mantiene su compromiso de pareja, evolucionando juntos, además de ser madre de un hijo. Es Magíster en Cultura y Pensamiento Europeo y su Proyección por la ULE, y en Programación Neurolingüística por el IPH.
Preside la Asociación Española de Constelaciones Familiares según Bert Hellinger (AEBH). Lleva 11 años facilitando talleres terapéuticos de Constelaciones Familiares, Coaching y PNL a nivel privado en Fuero 11, Docencia Terapéutica y Coaching en León. Imparte cursos en empresas desde la visión de las Constelaciones Organizacionales o Coaching Sistémico.
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