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Saber entregarse a la muerte natural

  • Administradora
  • 22 feb 2016
  • 3 Min. de lectura

Finalizamos este ciclo de invierno, sobre textos y reflexiones que tratan de ayudarnos a entender y afrontar la muerte, con estos versos que José María Toro escribió para su libro "La sabiduría de vivir":

Las hojas no caen, se sueltan

Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja. Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae” sino que llegado el escenario del otoño inicia la

danza maravillosa del soltarse.

Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento.

Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de sabiduría: la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento y en actitud de renovación. La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.

La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.

Cada hoja al aire que me está susurrando al oído del alma ¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!. Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente a la brisa de su propia entrega y libertad. Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera.

Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas. Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote. Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles, con estos hábitos perennes, con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados, con este entorno ya conocido…

Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría, generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”. Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación. Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia consciencia y libertad, el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso.

Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.

Reflexión del psicólogo José Manuel Rodríguez Rodríguez


"La reflexión sobre la muerte va necesariamente acompañada por este texto, que describe perfectamente las emociones que me recorren últimamente cuando pienso que cada día puede ser el último. Y viviéndolo sin angustia ninguna, le doy a mi mujer un beso de miel y a mis hijos un abrazo de algodón y bizcocho, a mis hermanos las gracias por soportarme tantos años de niño mimado en su propios años de adolescencia dura, y a mis amigos la gratitud por ser su elección permanente y desinteresada.


Porque... ¿no os parece que esas hojas que se desprenden son no la metáfora, sino la vívida imagen de la límpida muerte? Benefactora e igualitaria, sólo es un guiño entre nuestra vida previa al nacer y la que a continuación viene, ¡¡¡sea cual sea la transmutación que nos ocurra, llamémosnos nuevamente hombre, piedra o mar!!!"




Radiografía


José Manuel Rodríguez Rodríguez es Licenciado en Psicología por la Universidad Civil de Salamanca. Trabajó en Palencia con drogodependientes durante 9 años.


Desde entonces, pertenece al TIPAI (Trabajo con Adopciones Internacionales), además de realizar asesoramiento y talleres con personas de la tercera edad en hogares de la provincia de Palencia. También colabora atendiendo a familias en la Asociación de TDA-H (Trastorno por Décifit de Atención e Hiperactividad) de la misma ciudad.

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